Deseos que se encienden
y consumen.
Fatal resignación.
Ahogo el corazón por hábito
en oraciones calladas
que igual matan.
La verdad es una excepción
de mi pasado
tan fútil como mis manos.
Una espuma de nostalgia me avasalla
y me abrazo a la nada
la noche es demasiado larga.
En franca confrontación
con las palabras
le doy la bienvenida
a la muerte prematura
que no tiene compasión
e igual me roba la cordura.
Me juzga una libélula
y lo encuentro encantador.
El sueño es un pretexto
que juega con mi razón.
Vivir en el subsuelo
deliberadamente.
Gozar la penitencia
de respirar por inercia
siendo consciente de la suerte
que me espera.
Me he instalado
en el vórtice de mis lamentos
esperando el impacto
o el encuentro.
El frío me persigue
no me suelta
y cuando creo que ya no hay más
todo vuelve a empezar.
Es bueno el infierno
porque una vez conociéndolo
no hay sorpresas.
He cambiado lo sé
mi corazón se ha convertido
en piedra
ya no me conmueve la lágrima
ni la inocencia
aún no aprendo a odiar
pero presiento que estoy cerca
y eso me aterra.
Papel en blanco.
Manos vacías.
Hace tanto que no ejerzo
el derecho de pensar.
Un amasijo de sueños
vencido por el tiempo
Soy un cadaver expuesto
a los caprichos ajenos
aguardando la hora del destierro.